
El dilema de aguantar sin vender a la espera de mejores precios
En la cabeza del productor siempre estuvo la idea de que cuando la soja tenía precios bajos había que esperar para vender. En los últimos años, no se equivocó; siempre hubo un argumento para que la soja rebotara y le diera revancha. Pero este año es distinto.
El productor no vendió durante el año porque los precios no le daban la renta deseada y al llegar la cosecha los precios terminaron de derrumbarse, contrariamente a lo ocurrido en años anteriores.
¿Qué es lo que cambió? El paradigma hasta ahora era que China, que representa más del 60% de las importaciones mundiales de soja, aumentaba su demanda anual a una tasa acumulada del 10%, lo que en promedio equivalía a un aumento de 6,5 millones de toneladas anuales.
Por otra parte, el 80% de la oferta se concentra en tres países: Estados Unidos (EEUU), Brasil y Argentina, sin posibilidades de aumentar el área. Por tanto, todos los años el crecimiento de demanda presionaba a la oferta, que dependía de los buenos rindes, es decir del clima, para sostener esa tasa de crecimiento. Sin embargo, ocurrieron cambios muy importantes tanto por el lado de la oferta como en la demanda.
En primer lugar, en EEUU las últimas cinco campañas de soja fueron cosechas record. En Sudamérica de las últimas cinco campañas, hay tres con producciones record. Los stocks en EEUU pasaron del 5% del consumo anual hace tres años, a ser 22% del consumo anual en esta campaña y a nivel mundial los stocks aumentaron 25 millones de toneladas.
Asimismo, comenzó una guerra comercial entre la potencia norteamericana y China que puso tarifas a la importación de soja de EEUU en China, y que derivó en que el país asiático decidiera bajar el consumo de soja. Para ello tomó dos medidas: la más importante fue eficientizar la producción de alimento balanceado, bajando el porcentaje de harina de soja en las raciones de alimento para cerdos del 20% al 12%.
La otra medida fue sustituir lo más posible la proteína de soja por otros productos, lo que tarda más tiempo en efectivizarse. Por tanto, la demanda de China no sólo dejó de crecer, sino que bajó de 94 millones de importaciones el año pasado a un estimado de 85 millones para este año, siendo la primera baja de importaciones de soja en más de diez años.
El primer efecto fue claramente un impacto en el mercado de Chicago, que si
bien es el referente del precio mundial, refleja la situación del mercado
interno de EEUU. Hoy la soja en Chicago cotiza a 300 USD/ton cuando el año
pasado a esta altura valía 370 USD/ton.
Actualmente nos encontramos en el peor momento: Estados Unidos tiene al 1° de marzo 74 millones de toneladas en stock (los niveles más altos de los últimos 30 años) y Sudamérica se encuentra en plena presión de cosecha con más de 185 millones de toneladas.
Por el lado de la demanda, tenemos a China importando -35% menos en el período octubre/marzo comparado con el año pasado.
¿Qué podemos esperar? Lo mejor sería un acuerdo entre EEUU y China que vuelva a
incrementar la demanda asiática y que se traduciría en una recuperación de los
precios de Chicago y en un mejor escenario de precios hacia adelante. Si esto
no sucediera, la incertidumbre política en Argentina seguramente hará que los
productores retengan mercadería y no vendan la soja.
Por su parte Brasil viene exportando fuerte y es de esperar que baje su ritmo a partir de julio. Cuando vemos los precios futuros de soja a noviembre en Argentina y los comparamos con los precios de EEUU vemos que son valores muy competitivos para entrar en China.
En este escenario es probable que el ciclo de comercialización en Uruguay se estire y podamos ver hacia adelante mejores precios que los actuales. El problema es quién puede aguantar sin vender.
Por Carlos Sánchez Negrete
Asesor de ADP – Agronegocios del Plata