Entre lluvias y zonas muy secas

Por: Ing. Agr. Diego Guigou, responsable Líder de Producción Agrícola de ADP – Agronegocios del Plata

 

Está claro que aún no podemos incidir en el clima. Aunque escuchemos que hay inventos en el mundo que lograrían hacer llover, lejos está todavía de nuestro alcance y de nuestro uso. Sin embargo, podemos hacer muchas cosas para ir sorteando o amortiguando los problemas que la falta de agua nos genera.

 

La rotación, que se diseña con algunos cultivos que no son tan rentables como otros, pero sí aportan mucho a esta técnica, así como la ganadería, que nos exige una producción de granos forrajeros tanto en invierno como en verano, nos desafía a producir rotando cultivos, principios activos, fertilizaciones, etc.

 

La producción nos hace ir en aprendizaje permanente, y por ende, al convencimiento de lo que hacemos. En el correr de los años, los suelos se van tratando de acuerdo a su potencial, teniendo en cuenta las variaciones intrachacras, donde podemos variar la cantidad de plantas que ponemos por cada metro cuadrado, así como la nutrición que le vamos a otorgar a esa área. No solo es apasionante, sino que vemos año a año el incremento en la productividad y en la mejora de ambientes.

 

Este año, en el que la sequía nos viene jugando fuerte, la elección de ambientes con alto potencial en zonas bajas y asociado muchas veces a un mal drenaje, hace que los maíces encuentren agua que en otros lugares no está. Es decir, un cultivo de invierno en esa zona no va a tener un buen desarrollo, ya que el mal drenaje no lo va a dejar desarrollarse y probablemente le impacten las heladas. Así como la posterior soja va a tener que acarrear el carry del mal cultivo de invierno con una soja seguramente sembrada tarde y con menos capacidad de interceptar radiación.

 

¿Qué quiero decir con esto? Probablemente tengamos un 10% de todas las chacras con estas características. Es más difícil el manejo, sin duda que sí, pero una vez realizado es de gran impacto para las empresas, para el campo y para todo el sistema. Sumado a que en invierno podemos hacer cultivos de cobertura como una vicia, que sea capaz de fijarle el 50% del nitrógeno que el maíz va a precisar y controlar las malezas. Transformamos ambientes que podrían ser desperdicios ganaderos con algún manejo seguramente del agua, sumado a un cultivo de cobertura y manejo de población en un maíz de alto potencial con la mitad del nitrógeno y sin aplicación de herbicidas. Esto es real y comprobado.

 

Similar es el caso de los maíces de segunda, por ejemplo, cultivos que requieren y responden a la alta tecnología, en los que tal vez el ambiente no es tan restrictivo porque desarrolla su momento reproductivo en febrero, cuando las temperaturas y las lluvias no son tan extremas como enero, pero sí podemos variar población para poner 80.000 semillas donde los ambientes son de alto potencial y 50.000 en los blanqueales que siempre rinde un 40% menos. De esta manera, no solo ahorramos recursos (semillas), sino que no contaminamos el ambiente sobrefertilizando maíces que no van a lograr potenciales objetivos (ambientes d) y se lo damos a las zonas que sí son capaces de producirlo.

 

Mucha agronomía, un tema que me apasiona, sumado a nuevas tecnologías, que son reales y que podemos llevar al manejo diario. Ya no es solo ambientar, sino variar y no tratar todo como uno solo; con los años se empieza a notar las diferencias. Empezamos a jugar un partido en el cual vamos a ser capaces de impactar sobre la calidad y sanidad, limpieza de cultivos en cada rincón de la chacra y acumulando mucho de estos factores. Por ejemplo, con el fósforo, fertilizando mejor, vamos a lograr ambientes que producen más.

 

Por ende, lograremos una mayor materia orgánica y también algunos problemas, como el bicho bolita que aparece focalizado, impactando ambientes de la chacra donde se acumula más rastrojo.

Lo positivo es que podemos georreferenciar estos ambientes y aplicar mediante prescripción solo donde el problema existe; De nuevo volvemos al tema de la correcta utilización de agroquímicos y no al barrer. Es como que en una familia les hagamos análisis de sangre a todos y luego los juntemos mirando el promedio. Seguramente el problema de los más grandes se neutralice con la sanidad de los más pequeños, y por ende, veamos todo bien. Cuando miramos uno a uno comenzamos a ver, por ejemplo, el ácido úrico y esa persona comienza a atacar el problema. De la misma forma debemos manejar las chacras,  y no por la ubicación de su alambrado.

 

Me parece sano hablar sobre estos temas mientras pasamos estos momentos de sequía, en los que preocupa ver los cultivos aguantando. Me parece muy importante enfocarnos en lo que podemos hacer, viendo las diferencias que estos momentos nos ayudan a contemplar.