
Varias herramientas para un mismo fin: diversificar el riesgo del sistema
Frente a la campaña de invierno que se aproxima es prudente analizar un cúmulo de factores para poder encararla y tomar las mejores decisiones en cada sistema. Si bien estamos a un par de meses de comenzar la siembra, ya empezamos a afinar las estrategias de mediano plazo para orientar la producción invernal por los carriles que consideremos más adecuados. Como preámbulo de la campaña, cabe destacar algunas cuestiones que fueron clave y que han sido aprendizajes interesantes en campañas pasadas.
Si bien no sabemos cómo terminará la campaña de verano, si sabemos que hay una gran heterogeneidad de situaciones generadas por la variabilidad de las lluvias registradas y los manejos realizados. Algo que podemos intuir es que, si se mantiene el régimen de precipitaciones por debajo de lo normal de aquí en más, posiblemente entremos a la siembra de invierno con niveles de nitrógeno elevados, lo que podría ser utilizado por cultivos de invierno sembrados temprano para evitar que se lixivien.
La gama de opciones invernales esta campaña es interesante: desde cultivos de gramíneas como: trigo, cebada y avena, hasta oleaginosas como colza y carinata. Todas con sus particularidades y diferencias, pero con gran capacidad de articularse en esquemas productivos diversos apuntando a disminuir la exposición al riesgo de sembrar un solo cultivo.
Por otra parte, la gran inestabilidad en los mercados nos genera la incertidumbre de saber qué cultivo, a priori, puede ser más rentable: si uno que se comercialice en la región (como el trigo), o uno que su referencia de precio esté en Chicago o en la bolsa de valores de Francia y/o asociado al precio de los combustibles. Todo esto conlleva a que la decisión de qué sembrar se vuelva más compleja y por ende una de las opciones sea “de todo un poco”, y para que ello sea rentable, o más seguro, debe hacerse con planificación, intentando pedirle a cada cultivo lo que puede dar, ubicándolo en el lugar donde mejor responda y genere mayor impacto al sistema.
Que los meteorólogos estén pronosticando un año frío y seco, y viendo el panorama político de la región (con Argentina un poco desmotivada por las recientes medidas adoptadas por el gobierno y con Uruguay en buena sintonía con Brasil), nos motiva a pensar qué sembrar trigo puede ser una oportunidad de atender la gran demanda que este último país genera. Si bien, estos son supuestos y se basan en especulaciones, parece que es probable que ocurra.
Para aquellos productores que están evaluando la opción de hacer trigo, las estrategias para este invierno pueden ser dos: o bien, buscar alto potencial rendimiento con los costos más bajos posibles sin descuidar el cultivo, utilizando materiales que se siembran temprano y son de muy alto potencial y sanos como GUAYABO o JACARANDÁ, o ir por cultivares de ciclo largo y siembra temprana que priorizan una mejor calidad de grano y un potencial de rendimiento estable como es el caso del cultivar CURUPAY. Independientemente de la estrategia que se elija, o la combinación de ambas, es indispensable manejar ajustadamente cada uno de estos materiales de la manera de lograr con cada uno de ellos su máxima rentabilidad.
En cuanto al cultivo de canola, que año a año crece por sus múltiples beneficios al sistema, desde lo económico-productivo hasta lo operativo (diversificando riesgos, e integrándose muy bien a la rotación con soja de segunda), la estrategia que sugerimos es pensar en variedades primaverales como IGRANOLA 103, que, siendo sembrada durante mayo hasta principios de junio permite cosechas tempranas (fin de octubre – principio de noviembre), permitiendo así hacer soja de segunda con fecha de siembras de primera, y además anticiparse a la cosecha de los otros cultivos (cebada y trigo) para no superponer actividades temporalmente.
También aparecen alternativas como las avenas, tanto para uso como cobertura, pastoreo o doble propósito, que son herramientas interesantes para incluir en sistemas donde la ganadería o lechería cumplen un rol importante. En este género, la avena negra IAPAR 61 permite producciones de forraje elevada en cortos períodos de tiempo, sirviendo para realizar coberturas o verdeos cortos para pastoreo. La otra opción en avena es CANTARA, variedad que puede usarse como doble propósito o exclusivamente para producción de grano. Por su alta producción de biomasa (fibra y grano) es una alternativa bastante interesante a la hora de realizar conservación de forrajes.
En cuanto a las alternativas de carinata y cebada contacte directamente a nuestro equipo a través de comercial@adp.uy para obtener mayor nivel de información acerca de los planes y opciones disponibles.
En síntesis, hoy la paleta de productos que ADP apunta a ofrecer un amplio espectro de opciones que permiten armar el difícil “rompecabezas” de los sistemas de producción de cara al próximo ciclo.
https://adp.com.uy/wp-content/uploads/2020/03/Catalogo-invierno_ADP2020-1.pdf
Por: Manuel Artigas, Responsable de Investigación y Desarrollo en Semillas de ADP.